lunes, noviembre 02, 2009

Familia


"¿Pasas tiempo con tu familia? Bien. Porque un hombre que no pasa tiempo con su familia nunca puede ser considerado un verdadero hombre." (Don Vito Corleone - El Padrino)

La familia es algo básico en la vida de una persona. Nacemos en el núcleo de una y allí aprendemos a querer, a obedecer, a jugar, a respetar a los mayores, a compartir y a comprender, a pelearnos con nuestros hermanos y a pasar página tres minutos después. A medida que vamos creciendo nos vamos distanciando poquito a poco de ese nido en el que hemos vivido hasta entonces y nos atrevemos a abrir las alas para aprender a volar, esta vez por nuestra cuenta, porque ahora somos nosotros los que tenemos que salir adelante, con nuestras propias fuerzas.

Es entonces cuando conoces a alguien, a esa persona especial con la que decides que quieres formar un núcleo familiar. Y con los planes de futuro viene la integración en otra familia, que no es aquella en la que naciste ni la que quieres formar dentro de unos años, sino la de él. Entras en el nido con respeto, timidez, casi miedo. Pero su familia es casi como la tuya, y te recibe con los brazos abiertos y muchas sonrisas. La curiosidad es mutua, así que hay ronda de preguntas, además de bromas y anécdotas del pasado. Pero se está bien. Es un nido acogedor en el que sientes que encajas.

Y si cada vez que hablas por teléfono con tus padres te preguntan por él o le mandan saludos sabrás que él tiene un sitio en tu núcleo familiar.

Ahora a construir, ramita a ramita, un nido para los dos.



“-(…) The heart wants what the heart wants.
-And is this what your heart wants?
-Yes.
-Really and truly?
-Really and truly.
-Everything will be fine. You’ll see. Everything will be perfect.”



La pequeña reina del Castillo de Madera y la Tierra de Dientes de León, Soberana de la Laguna de los Recuerdos y Emperatriz de los Mares llamó a su escribano porque había tomado una decisión. Hacía tiempo que observaba los movimientos de ese capitán, pero era un hombre tan misterioso que ella temía precipitarse a la hora de hacer un juicio al respecto. Ahora ya estaba completamente segura. Sabía que había sido hombre de muchos mares, pirata errante e inseguro, que llevaba a bordo una pandilla de marineros revoltosos y que su navío no era perfecto. Pero su resolución era completamente imbatible.
-¿Qué desea, su Majestad?
-Tome asiento. Me dispongo a dictarle una patente de corso.

1 comentario:

  1. Entrar en el nido de otras personas siempre es una tarea delicada. Te asalta el miedo a poner todo patas arriba y a no encajar del todo.

    Tal vez el nido esté muy alto, tal vez sea muy estrecho o simplemente que las ramitas estén colocadas de una manera extraña. Adaptarse requiere de una dosis de valor y de humildad considerables.

    Donde caben dos caben tres.

    P.D.: Aún sigue oliendo a café. ^^

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