miércoles, enero 13, 2010

Geografía


Me encanta adentrarme en el valle que forman tu pecho y tus brazos. Sin mapa, brújula o GPS. Y perderme.

Y los ríos de lágrimas. De agua dulce, porque son de alegría. De la felicidad que me das.

Me hechiza el bosque de tu cabeza. Y enterrar los dedos entre tu pelo o acariciar tu barba. Es fácil entrar, pero difícil salir. Porque el hechizo captura, y con fuerza.

Y los temblores. Algunos más suaves, de unos pocos grados en la escala de Richter, cuando recorres mis brazos con las yemas de tus dedos. Escalofríos. Y subiendo, ¡hasta los 12 grados! ¿Qué puede ser una fractura de la Tierra por el centro, comparado con lo que me haces sentir?

Y el rugir de nuestros dos volcanes, latentes en medio del pecho. Que se atraen como los polos opuestos. Y se despiertan en simultáneo. Erupcionando. Lava ardiente por las venas, por todo el cuerpo.

Me fascina ahogarme en el profundo mar de tus ojos oscuros. Quiero pasar la noche en la cueva de tus pupilas.

Encárgate tú de navegar el Mar Caribe y tráeme noticias, cuéntame cómo es. Porque eres un explorador, un escalador de cimas y montes, un conquistador de nuevos territorios. Y yo estoy ávida de conocimientos geográficos.



Think how different it would be if you never met the one person that changed everything...



La pequeña soberana había vuelto a las costas de su reino. Por fin. A pesar del miedo y las enormes responsabilidades que la esperaban, tenía ganas de volver a casa. A la rutina diaria. Pero esta vez era diferente. Habría rutina, sí, pero no monotonía. 
No habría tedio gracias a las piedritas golpeando los cristales del ventanal de su balcón cada noche. Gracias al navío que la esperaba en la costa para cualquier escapada fugaz. Gracias a las botas negras que hacían resonar unos fuertes pasos que los salones de mármol del palacio no conocían hasta ahora. Gracias, especialmente, a esa figura estilizada que se observaba entre las sombras del jardín. Esa silueta negra que, apoyada en el tronco de un sauce llorón, contemplaba la luna. La luna que ella le había regalado.

miércoles, noviembre 18, 2009

Palabras prestadas



"Antes que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hacía mucho tiempo que nadie se alojaba aquí, y menos aún con la intención de quedarse. Ábreme bien puertas y ventanas. Que corra el aire, que entre tu luz, que pinten algo los colores, que a este azul se le suba el rojo, que hoy nos vamos a poner moraos.

Y hablando de ponerse, vete poniendo cómoda, que estás en tu casa. Yo, por mi parte, lo he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte ya más.

Puedes dejar tus cosas aquí, entre los años que te busqué y los que te pienso seguir encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos, teñidos de ganas de no equivocarme otra vez.

El espacio es tan acogedor como me permite mi honestidad. Ni muy pequeño como para sentirse incómodo, ni demasiado grande como para meter mentiras.

Mis recuerdos los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que está fregado con lágrimas recientes y podrías resbalar. Yo te aviso.

El interruptor general de corriente está conectado a cada una de tus sonrisas. Intenta administrarlas bien y no reírte demasiado a carcajadas, no vayas a fundirlo de sopetón.

No sé si te lo había comentado antes, pero la estufa la pones tú. Y hablando del tema, he intentado que la temperatura del agua siempre estuviera a tu gusto, pero si de vez en cuando notas un jarro de agua fría, eso es que se me ha ido la mano con el calentador. Sal y vuelve a entrar pasados unos minutos. Discúlpame si es la única solución, es lo que tenemos los de la vieja escuela, que a estas alturas ya no nos fabrican ni los recambios.

Tampoco acaba de funcionarme bien la lavadora. Hay cosas del pasado que necesitarán más de un lavado, es inevitable. Y hay cosas del futuro que, como es normal, se acabarán gastando de tanto lavarlas. La recomendación, ensuciarse a su ritmo y en su grado justo. Eso sí, no te preocupes por lo que pase con las sábanas, que las mías lo aguantan todo.

Para acabar, te he dejado un baño de princesa, una cama de bella durmiente, un sofá de puta de lujo y algo de pollo hecho en la nevera. Para que los disfrutes a tu gusto, eso sí, siempre que sigas reservando el derecho de admisión.

Aquí no vienes a rendir cuentas, sino a rendirte tú. Aquí no vienes a competir con nadie, sino a compartirte a mí. Y lo de dar explicaciones, déjalo para el señor Stevenson.

El resto, no sé, supongo que está todo por hacer. Encontrarás que sobra algún tabique emocional, que falta alguna neurona por amueblar, y que echas de menos, sobre todo al principio, alguna reforma en fachada y estructura.

Dime que tienes toda la vida y voy pidiendo presupuestos. Dime que intentaremos toda una vida e iré encofrando mis nunca más."



Sometimes the dreams that come true are the dreams you never even knew you had...



La pequeña reina del Castillo de Madera estaba cansada, muy cansada. De sus horarios, de su apretujada agenda, de ese montón de hombrecillos de trajes oscuros que se hacían llamar embajadores y cónsules, de sus doncellas que la perseguían a cualquier lugar al que ella quisiera ir, de sus deberes como soberana, de todas las reglas que debía seguir a pesar de tener el poder en sus manos... No aguantaba más.
Por eso, en mitad de la noche, descolgó una escalera de cuerda desde su balcón hacia los jardines, donde la esperaba un corsario. Rió de satisfacción mientras corrían hacia el puerto y lloró de alivio cuando vio, desde la cubierta del barco, cómo sus preocupaciones se iban empequeñeciendo a medida que la bahía se alejaba. Empezaba ahora una temporada de libertad que no sería demasiado larga, pero que le permitiría relajarse, dejarse llevar.
Frente al timón, el viento jugueteaba con su cabello. La reina abrazó al corsario mientras navegaban juntos hacia el reflejo de la luna llena en el mar.

lunes, noviembre 02, 2009

Familia


"¿Pasas tiempo con tu familia? Bien. Porque un hombre que no pasa tiempo con su familia nunca puede ser considerado un verdadero hombre." (Don Vito Corleone - El Padrino)

La familia es algo básico en la vida de una persona. Nacemos en el núcleo de una y allí aprendemos a querer, a obedecer, a jugar, a respetar a los mayores, a compartir y a comprender, a pelearnos con nuestros hermanos y a pasar página tres minutos después. A medida que vamos creciendo nos vamos distanciando poquito a poco de ese nido en el que hemos vivido hasta entonces y nos atrevemos a abrir las alas para aprender a volar, esta vez por nuestra cuenta, porque ahora somos nosotros los que tenemos que salir adelante, con nuestras propias fuerzas.

Es entonces cuando conoces a alguien, a esa persona especial con la que decides que quieres formar un núcleo familiar. Y con los planes de futuro viene la integración en otra familia, que no es aquella en la que naciste ni la que quieres formar dentro de unos años, sino la de él. Entras en el nido con respeto, timidez, casi miedo. Pero su familia es casi como la tuya, y te recibe con los brazos abiertos y muchas sonrisas. La curiosidad es mutua, así que hay ronda de preguntas, además de bromas y anécdotas del pasado. Pero se está bien. Es un nido acogedor en el que sientes que encajas.

Y si cada vez que hablas por teléfono con tus padres te preguntan por él o le mandan saludos sabrás que él tiene un sitio en tu núcleo familiar.

Ahora a construir, ramita a ramita, un nido para los dos.



“-(…) The heart wants what the heart wants.
-And is this what your heart wants?
-Yes.
-Really and truly?
-Really and truly.
-Everything will be fine. You’ll see. Everything will be perfect.”



La pequeña reina del Castillo de Madera y la Tierra de Dientes de León, Soberana de la Laguna de los Recuerdos y Emperatriz de los Mares llamó a su escribano porque había tomado una decisión. Hacía tiempo que observaba los movimientos de ese capitán, pero era un hombre tan misterioso que ella temía precipitarse a la hora de hacer un juicio al respecto. Ahora ya estaba completamente segura. Sabía que había sido hombre de muchos mares, pirata errante e inseguro, que llevaba a bordo una pandilla de marineros revoltosos y que su navío no era perfecto. Pero su resolución era completamente imbatible.
-¿Qué desea, su Majestad?
-Tome asiento. Me dispongo a dictarle una patente de corso.

miércoles, octubre 14, 2009

Promesas...

No te prometo un camino rápido y fácil, ni una vida rosa. Buena parte del viaje será lento y tortuoso. No te prometo ser ideal, perfecta. No te prometo la elegancia de Audrey Hepburn, la belleza de Grace Kelly o la sensualidad de Marilyn Monroe.

Soy inestable, testaruda y caprichosa. A veces me dejo llevar: por mi orgullo, por la pereza, por ira, por la tristeza, por las ganas de todo, por las ganas de nada... Cambio de opinión cada poco tiempo, y de ánimo con más frecuencia aún. Mis hormonas son una población rebelde y protestona. Soy inconforme, manipuladora, inmadura y, aunque no lo parezca, insegura.

Me verás llorar, y me harás daño, y yo también te lo haré a ti; es inevitable: creamos heridas en el alma del otro para cicatrizar juntos. Caeré, y te echaré abajo conmigo. Perdón, no es mi intención. Pero aprenderemos de los errores.

No te prometo que llegarás al Cielo por sólo tenerme a tu lado... lo que sí te prometo es que lucharé incansablemente hasta conseguir que lleguemos.

Te prometo que estaré a tu lado, pase lo que pase. En lo bueno y en lo malo. Tu mano ya no estará sola nunca: tendrá a la mía para hacerle compañía, para darle calor. Nuestros dedos estarán entrelazados en una promesa hecha con el corazón: el futuro.



If you jump, I'll break your fall, lift you up and fly away with you into the night...



A la reina siempre le había gustado jugar. Y la naturaleza. Le gustaba jugar con la naturaleza: con tierra, con agua, con los animales, con el viento... y con fuego. Le fascinaba el fuego. El calor que despedía, sus formas hipnóticas y caprichosas, la luz que producía, sus diversos colores... Hasta que un día, de tanto jugar, se quemó. Y a partir de entonces tuvo miedo al fuego.
Pero entre su gente había un capitán que sabía mucho. Él curaría sus heridas y la ayudaría a superar sus miedos...

viernes, octubre 09, 2009

Amor y dolor

La relación de estos dos conceptos es un tema que al parecer está en voga últimamente. Hoy me han preguntado por ello dos veces. Y a mi también me ronda por la cabeza hace días. Dejo aquí mi opinión al respecto, que puede no ser correcta, pero es la que tengo...

Claro que amar también incluye dolor, porque es parte de la vida, y la vida no está exenta del dolor. El detalle es saber transformar ese dolor. Si se hace un sacrificio, algo que suponga un esfuerzo, pero se hace por amor, el sacrificio no se sentirá como tal. Habrás abrazado ese sacrificio, lo habrás aceptado y en cierto modo le habrás tomado cariño. Y la recompensa hará que valga la pena.

Creo también que el amor saca la mejor versión de nosotros mismos. Es caridad. Es entregarse completamente a alguien más, de una u otra forma, teniendo en cuenta sus necesidades. Es anteponer su felicidad a la tuya. En cierto modo, es un "renegar de uno mismo" en favor de los demás, lo que supone una elevación del espíritu. Por eso el amor es algo tan puro: porque nos lleva a Dios. Y algo que te acerca a Dios te hace mejor persona. De ahí a que si un amor no saca lo mejor de uno mismo, no creo que sea amor. Puede ser cariño, estima, necesidad, incluso cierto "calentón". Pero no amor. Al menos, no del verdadero.


Ho voglia di te per quello che so e ancora di più per quello che non so...



La reina decidió adoptar un diente de león. Y lo llamó Sid, porque era el nombre adecuado. Lo sostuvo entre sus manos, lo acarició, lo contempló con ternura. Lo habría besado, pero temió que al hacerlo se destrozara. 
Pero entonces, con mucho cariño, lo sopló y Sid salió volando de sus manos, del Castillo de Madera hacia la Tierra de Dientes de León, a descansar en paz.
Ella ahora tenía un ejército que la mantendría con las manos ocupadas. Y era lo más importante de su vida, así que no permitiría que ni siquiera Sid o un zumo de piña pudiesen apartar su atención, toda su atención, del ejército recién llegado a su castillo. Porque el ejército había llegado para quedarse. Hasta el fin de los tiempos...

domingo, octubre 04, 2009

Track down

Sí existe. Todo es cuestión de… iba a decir que “todo es cuestión de buscarlo”. Pero no, es al revés: es cuestión de no buscarlo. En cuanto dejes de buscarlo, te encontrará a ti. Me lo habían dicho muchas veces, pero yo, terca que soy, no había escuchado. Hasta que, sin darme cuenta, dejé de intentarlo. Y sucedió.

Y mi corazón se paró. El tiempo se detuvo. Me quedé sin respiración. Se me congeló la sangre en las venas. Para que de repente todo se acelerara de golpe: el corazón empezó a latir a miles de pulsaciones por segundo (“colibrí anfetamínico”, diríase), el tiempo corre la maratón, hiperventilo constantemente y la sangre fluye veloz, generalmente hacia mi cara.

Mimada, consentida, malacostumbrada. Hemos asumido papeles que no pueden durar, por nuestro bien. Ahora me he vuelto la peor versión de mi mejor persona. Manipuladora, juguetona, déspota. Sé que juego con fuego… y lo peor es que me gusta…



“La decisión del primer beso es la más crucial en cualquier historia de amor, porque contiene dentro de sí la rendición.” (E. Ludwig)



La reina del Castillo de Madera en lo alto del árbol conquistó lo que quería. Fue un trabajo rápido, sencillo, limpio. No hubo casi resistencia por parte de la oposición. Ahora forma parte de su ejército: se ha comprometido con ella, y ella no piensa defraudar a nadie. Sentada en la rama más gruesa, balanceando las piernas, lo observa todo. Todo aquello que piensa cuidar, mimar y querer. Sobre todo querer, para intentar devolver con creces todo lo bueno que ha recibido. No sabe dar las gracias de otro modo…

miércoles, septiembre 30, 2009

Desprevenida...

Caminas tranquilamente, como si nada, y de repente La Vida sale de detrás de una esquina y te dice: “¡Bu!”. Una vez que tu corazón se ha recuperado del triple salto mortal hacia atrás con doble tirabuzón, Ella estira las manos hacia ti. “Tengo algo para ti, ¡sorpresa!”. Tú no te lo crees, te cuesta encajarlo, es demasiado surrealista como para ser cierto. Y a través de tu cara de tonta alegría, salen las dudas: “¿de verdad me merezco todo esto?”. Pero decides, y puede que sea la mejor decisión que hayas tomado en mucho tiempo, seguir adelante, con las manos calientes y la ilusión reflejada en la mirada…

Ho voglia di te…



Subida a la casa del árbol era ella quien mandaba, ella era la reina. Y eso le gustaba. 
Pero de repente tuvo miedo. Miedo a caer, miedo a fallar. Miedo de decepcionar a sus súbditos. Miedo de que el poder la corrompiera, de que se le fuera de las manos… 
Miedo de todo aquello que le venía demasiado grande…
Y se sintió pequeña…