Caminas tranquilamente, como si nada, y de repente La Vida sale de detrás de una esquina y te dice: “¡Bu!”. Una vez que tu corazón se ha recuperado del triple salto mortal hacia atrás con doble tirabuzón, Ella estira las manos hacia ti. “Tengo algo para ti, ¡sorpresa!”. Tú no te lo crees, te cuesta encajarlo, es demasiado surrealista como para ser cierto. Y a través de tu cara de tonta alegría, salen las dudas: “¿de verdad me merezco todo esto?”. Pero decides, y puede que sea la mejor decisión que hayas tomado en mucho tiempo, seguir adelante, con las manos calientes y la ilusión reflejada en la mirada…
Ho voglia di te…
Subida a la casa del árbol era ella quien mandaba, ella era la reina. Y eso le gustaba.
Pero de repente tuvo miedo. Miedo a caer, miedo a fallar. Miedo de decepcionar a sus súbditos. Miedo de que el poder la corrompiera, de que se le fuera de las manos…
Miedo de todo aquello que le venía demasiado grande…
Y se sintió pequeña…